viernes, 14 de diciembre de 2012

El secreto de la señora


Ella estaba de espaldas recostada sobre un gran sillón de cuero, sólo se veía su blanca mano sujetando una copa de vino de Jerez. El brillo del líquido creaba pinceladas resplandecientes en el aire produciendo un efecto hipnótico.
Me acerqué temblorosa, pues por todos era conocida la ira de la joven ama.
- Has faltado dos días seguidos a tu trabajo.
- Señora yo…
-Desnúdate
-¿Qué? – Pregunté paralizada por la turbación.
-He dicho que te quites la ropa Fabiana.
La joven ama se volvió posando la copa con brusquedad sobre la mesa, se levantó, se dirigió a mí y comenzó a desnudarme. Noté el rubor en mi rostro mientras la señorita me desabrochaba el vestido, bajaba mis medias y comenzaba a palparme las piernas.
Sentí la humedad resbalando por mis mejillas, la vergüenza era de un dolor insoportable.
-Fabiana… – Sólo fui capaz de responderla con sollozos, mientras sentía como sus dedos se hundían en mis muslos amoratados.
Intenté reprimir mi llanto pero un aullido abrumador salió de mi garganta. Las lágrimas lo distorsionaron todo.
Sólo recuerdo su aliento a vino invadiendo mi boca y el sonido de un disparo lejano.

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