El paroxismo de
su abuelo El Jareño, gitano castizo, llegaba ya a unos extremos inaguantables.
Metido en aquel lúgubre cuarto con su pijama por uniforme, lanzaba ditirambos
al cielo como si altísimo se le fuera a presentar en persona.
-Ay Carmelita,
me muero.
-Abuelo…
-Llama al
viático para que me venga a dar extremaunción.
-Abuelo…
-¡Ay mi
Carmelita! ¡Ay! Que me muero como un perro.
-Abuelo…
-¡Ay Carmelita!
Ay…aaaaaaa
-¿Abuelo?
-¡Aaaatchussss!
-Ande abuelo, suénese
los mocos, que de la alergia dudo mucho que muera.
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