lunes, 31 de diciembre de 2012

El misterio del "Luceiro do Alén" (7ª parte)


Ante ellos se hallaba la figura de un hombre de más de dos metros de altura. Aparentemente parecía una persona normal, se movía con fluidez y les dirigía una amplia sonrisa a sus invitados. Sin embargo había algo en sus ojos que enseguida hizo que Allan se pusiera en guardia con todos los pelos de la nuca erizados.
-Pasad, hay alguien que os está aguardando. – Sonrió mientras se daba la vuelta y se internaba de nuevo en la luz.
La joven comenzó a seguirlo sin oponer resistencia, pero Allan se quedó  en el sitio sin mover un solo centímetro de su cuerpo. Su fuero interno le gritaba que se quedara en allí, sin moverse. Había algo en aquella mirada que lo había desconcertado de tal manera que no daba ninguna tregua a la confianza.
-¿Qué pasa ahora? – Se giró malhumorada la joven.
-Hay algo de ese hombre que no me gusta en absoluto.
-¿Acaso hay algo que te guste? – Preguntó ella, esta vez con un marcado gesto de fastidio. -¿Sabes lo que pienso? Qué eres un gallina. – Allan compuso una marcada mueca de desacuerdo. – Pero quítale importancia hombre, eres todavía un niño, no es extraño que los niños tengan miedo, sobre todo después de ver a un tipo tan grandote como ese.
-¡Yo no le temo a nada! Soy un pirata, un fiero bandido, me tendrían que temer a mí. – La cara de Allan se descompuso en un océano encarnado y su pecho se hinchó como un globo. – Además, no soy un niño, el capitán…
-¡No me hables de ese demonio inmundo! – Rugió la joven agarrando al muchacho por el cuello. – ¿Sabes qué? Que me importas una mierda. Quédate ahí si quieres niñato. Ojalá te fulminen, a ver si así dejas de dar el coñazo. ¡Me tienes harta! 
Lo soltó con un empujón brusco y se adentró en la luz. Allan, siendo fiel a su tozudez se quedó clavado en el sitio con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
-A mí no me manda ninguna mujer. – Rezongaba con palabras que se mezclaban en una cantinela infinita.- Soy un pirata. ¡Ja! Una mujer dominándome a mí. ¿Quién se creé? ¿Mi madre? Le daré su merecido… maldita… -  En medio de ese eterno refunfuño, comenzaron a sentirse pasos y luces de múltiples colores que se colaban por el túnel. Una cacofonía  que se acercaba con aire amenazante. Delante de él, la luz por la que ya se habían perdido la joven y aquel extraño gigante comenzaba a extinguirse dejando nuevamente paso a la oscuridad.
Sin pensárselo dos veces y tragándose una vez más su orgullo, Allan se introdujo en lo poco que quedaba de aquella luz. Cuando echó por última vez la vista atrás, vio como en medio de la oscuridad comenzaban a aparecer una serie de monstruos metálicos que miraban furiosos hacia él apuntándolo con aquellas extrañas luces multicolores.
-¡Has decidido venir! – Delante de él la muchacha sonreía con una mueca sarcástica.
Los envolvían unas paredes azul cian muy suaves que daban un cierto aire de quietud. Entre ellas, asomaban pequeñas nubecillas de vapor que se movían a su antojo, sin necesidad de viento, como si contuvieran una inteligencia propia. Se acercaban a ellos, los rozaban, y luego se alejaban profiriendo un ruidillo casi inaudible, como si se rieran por una broma. El suelo era de un intenso mármol blanco sin ninguna mancha, ni fisura, nada. Era la pureza echa piso. Y a su alrededor los envolvían inmensas columnas con motivos de flores multicolores que se perdían en un techo inexpugnable, que simplemente se confundía con el azul de la estancia.
Allan estaba boquiabierto, la muchacha sin embargo, intentaba no perder de vista a aquel hombretón enorme que caminaba a una cierta distancia, guiándoles en aquel mundo inexpugnable. De repente, una figurilla alada se acercó a ellos juguetona. Era un ser muy chiquito, del tamaño de la mano de Allan. Estaba coronado con una aureola dorada que envolvía un remolino de rizos. Estos, encuadraban la cara  de un bebé risueño y cantarín. Le seguía un cuerpecillo plagado de blancas ronchas que lo convertían a todas luces en un ser plagado de una inmensa dulzura.
-¡Estamos en el cielo!- Comenzó a gritar Allan.

Continuará...

viernes, 28 de diciembre de 2012

Nuevas secciones



El 2.013 entra con fuerza en MundoZusi, regalándonos cuatro nuevas secciones que se pondrán en marcha a partir del próximo mes de Enero. Dichos espacios han sido creados no sólo para la dinamización de blog, sino para que vosotros, los que os atrevéis a compartir las historias más bizarras de este excéntrico mundo, podáis de disfrutar de una web más amena y divertida plagada de relatos únicos y originales.
Paso pues, a explicar cada una de las secciones que abriremos este nuevo año.



EL ESPEJO DE LILITH.

Lady Lilith Dante Gabriel Rossetti


Un espejo que nos invita a vernos reflejados en el pasado para ver hacia el futuro. Es un espacio femenino, aunque de visita obligada para los hombres. En él, se darán cita mujeres que han ocupado un lugar relevante en la historia. Féminas que por su valor, su trabajo, su coraje y lucha consiguieron salir adelante en un mundo que las denigraba desde antes de nacer.
Aquí, a través del relato, haremos revivir momentos importantes de sus vidas, descubriremos sus secretos y seremos partícipes de sus aventuras.



LOS AMIGOS DE ZUSI

¿Quién no ha soñado alguna vez con poder vivir una aventura con su personaje de ficción favorito? ¿O simplemente tomar un café y charlar? Pues Zusi, o sease yo, lo ha conseguido, y en este espacio relataré mis encuentros con algún que otro personajillo de mis novelas favoritas con el que me he topado “por casualidad”. ¿Con quién se habrá encontrado Zusi? Muchos serán los personajes que vagaran por esta sección y compartirán momentos inolvidables conmigo. Aquí, no sólo me encargaré de que conozcáis caracteres que brillan con luz propia en medio de páginas y páginas de libros, sino que os apasionareis con sus aventuras.
Yo, me encontraré con ellos en un relato, y una vez finalizado el encuentro, os haré una reseña de dicho personaje, así como un guiño de sus grandes aventuras para que vosotros también los podáis conocer mejor y enamoraros de ellos como yo lo hice.




DIARIO DE PERLA: GUÍA PRÁCTICA PARA LA CONVIVENCIA CON HUMANOS


Nuestra perrita Perla se ha aficionado a la escritura y ya no hay quien la pare. El pequeño can ha decidido plasmar sus conocimientos para que otros animalillos, primerizos en esto de vivir con los humanos, puedan tener acceso a unos consejos muy prácticos para llevar mejor la convivencia con ese "extraño homínido". En esta guía, plagada de anécdotas, risas y consejos prácticos descubriremos una sección muy divertida que sin duda será una referencia primordial para que nuestras mascotas puedan conocernos un poquito mejor.



LA ZUSIMÁQUINA DEL TIEMPO.

¿Os gustan los relatos históricos? A mi me chiflan. Por eso he decidido construir mi propia máquina temporal para pasearme por el pasado como Perico por su casa. A través de un diario personal creado a base de relatos, os contaré cada una de mis hazañas temporales.


Como podéis ver en Mundo Zusi la expectación es máxima, y en estos momentos estamos trabajando para que podáis disfrutar cuanto antes de estas secciones construidas con toda la ilusión del mundo para vosotros. Gracias por estar ahí.
¡¡FELIZ AÑO!!

lunes, 24 de diciembre de 2012

Nochebuena en la Tercera Fase

Imagen procedente de http://alertas-ovni.blogspot.com.es



Toda la familia estaba en plena cena de Nochebuena,  ya habían dado buena cuenta de los mariscos y comenzaban a hincarle el diente al pescado. Todos los miembros de la familia reían divertidos y contaban las numerosas anécdotas que habían marcado aquel año.
Todos los ojos estaban puestos en Sheila, la aventurera de la familia. Al contrario que sus hermanos y hermanas esta mujer, próxima a la cuarentena, estaba soltera y había dedicado toda su vida a la arqueología recorriendo numerosos países, con lo que sus historias siempre eran de lo más sorprendente. Además de eso, aquella era la primera noche en diez años que se había sentado a la mesa en una fecha tan señalada.
-Sheila, ¿No nos sorprendes esta noche con una de tus historias? – Preguntó sonriente Norberto, su hermano más mayor.
-La verdad es que no hay cosa que esta niña no haya vivido. – Confesó el padre de Sheila, abuelo de todos los niños que miraban expectantes hacia su tía aventurera, esperando cosas fascinantes. – A veces no sé  si lo que cuenta es real o nos la cuela para divertirnos.
-Puede que lo que salga de mi boca sea increíble. – Terció Sheila. – Pero juro que me ha pasado de verdad.
-¿Qué fue lo más raro que te ha pasado, tía? – Preguntó la pequeña Marta, una revoltosa niña de ocho años, que sin duda había heredado el espíritu aventurero y soñador de su tía.
-Pues no sé…
-¡¡Venga hermanita!! – Sonrió divertido Norberto. – Cuéntanos algo interesante ya. Tantos chismes me están comenzando a aburrir. – Dijo burlón dirigiéndose a las demás mujeres de la familia que no habían parado de cacarear en toda la cena y ahora le lanzaban una airada mirada conjunta.
-A ver… - Dijo Sheila haciendo su clásica mueca de “Estoy pensando”, un gesto muy habitual en ella cada vez que iba a contar algo.
-¡Venga, mujer! – Le gritó uno de sus cuñados. – No seas tan teatrera y empieza ya.
-Vale, vale. Acabo de recordar una historia increíble que me pasó de verdad. – Sonrió burlona guiñándole un ojo a todos los niños que la escuchaban atentos sentaditos alrededor de la mesa. – Aunque no sé si será adecuada para vosotros, niños. Es lo más terrorífico que me pasó en la vida
-¡¡Tía!! ¡¡Cuéntala ya!! – Gritaron los niños al unísono.
-¿En serio?- Volvió a preguntar juguetona Sheila
-¡¡¡Sii!!! – Volvieron a gritar ellos impacientes.
De repente toda la mesa se quedó en silencio al ver como el rostro de Sheila cambiaba por completo. No se escuchaba nada, sólo el crepitar de la leña ardiente en la chimenea.
-Bien, esto me pasó en una Nochebuena como esta hace exactamente diez años. – La cara de Sheila denotaba que aquello que iba a contar no era una broma y todos aguardaban sus palabras paralizados en sus sillas. – Por aquel entonces me encontraba yo en tierras Mexicanas, concretamente en la ciudad mágica de Chichén Itzá haciendo unas investigaciones sobre el mundo maya. Por motivo de las fiestas navideñas, el patrocinador de la investigación, había reservado mesa en un restaurante en un pueblo cercano, no recuerdo ni el nombre, el caso es que fuimos. Comimos a reventar y nos reímos muchísimo. Por aquel entonces había entablado una gran amistad con una arqueóloga mexicana, Sofía Sánchez se llamaba, una mujer inteligentísima, una auténtica erudita del mundo maya.
Durante toda la cena habíamos estado hablando sobre el tan bien conocido calendario maya que tanto ha dado que hablar este año, con el fin del mundo y todas esas cosas. Pues bien, ambas estuvimos toda la noche comentando la supuesta relación de los mayas con seres venidos del espacio exterior. Sofía estaba totalmente convencida de dicha relación, yo, más escéptica, me limitaba a poco más que reírme de ella. Pero no conseguía rebatirle ninguno de sus argumentos. Me confesó que era una gran aficionada a la ufología, y creía realmente que los aliens nos visitaban. Estaba en diversos grupos especializados en capturar ovnis y fuera testigo de diversos avistamientos.
La cena terminó y medio burlona, me despedí de ella diciéndole, “Que no te abduzcan los aliens” Cogí mi pequeña y destartalada moto y siguiendo a mis compañeros que iban en varios vehículos nos dirigimos hacia la pequeña pensión, en el pueblo vecino, dónde nos hospedábamos varios de los arqueólogos.
Sin saber cómo, absorta en mis pensamientos, llegamos a un cruce y sin darme cuenta me desvié del camino perdiéndolos totalmente de vista. Quedé completamente sola en la carretera. Di vuelta nada más darme cuenta del fallo, pero no conseguía encontrarlos. Empezaba a asustarme un poco, ya que era muy tarde  y no conocía aquellos caminos.
Estaría vagando por aquellas estrechas carreteras sobre una hora más o menos hasta que me encontré con un coche con las luces de emergencia encendidas parado en un arcén en el carril contrario. Paré la moto al lado de él y me asomé a la ventanilla. Dentro encontré a una joven de unos veinticuatro años totalmente aterrorizada. Le pregunté que le había pasado y ella me contestó que había pinchado una rueda, pero que no era capaz de cambiarla. Efectivamente, en el lado opuesto a la carretera, pude ver como tenía la rueda posterior derecha pinchada y junto a ella, esparcidos por el suelo, estaban todas las herramientas para cambiarla.
-Tranquila, mujer. Te ayudaré a cambiar la rueda, y en menos que canta un gallo estarás de vuelta en casa. – Le dije, con la esperanza de que me guiara a mí también hasta la pensión. Pero notaba un gran nerviosismo en la muchacha, que no paraba de ver hacia todos los lados. - ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? – La muchacha no reaccionaba, estaba cada vez más alterada. – Tranquila, sólo es un pinchazo.
-Vi…vi, allí. – Dijo finalmente señalando hacia una curva que se perdía en la vegetación más allá de dónde estábamos.
-¿Qué pasa? – Pregunté extrañada.
-Allí, hay algo que nos está viendo. –Dijo muy nerviosa.
-¿Qué?
-Qué allí hay  algo que nos está vigilando. Lo vi antes y sé que sigue ahí.
-¿Quieres decir que allí hay alguien? – Pregunté todavía más extrañada
De repente escuchamos un ruido en el follaje, muy cerca de nosotros. Imaginaos que estábamos rodeadas de bosque, en plena oscuridad, iluminadas sólo por las luces de nuestros vehículos, la luna y las estrellas. Obviamente me asusté, pero intenté sacarle importancia. La muchacha estaba aterrorizada al verse en aquella situación, es normal asustarse, hasta hacía unos minutos yo también lo estaba, pedida en aquellas carreteras desiertas.
-Tranquila, será algún animal nocturno. – Le dije intentando tranquilizarla a ella y tranquilizándome a mí misma, pues comenzaba a ponerme nerviosa de verdad.
Comenzamos a cambiar la rueda como pudimos, la joven seguía muy alterada, pero parecía distraerse con la actividad, cuando estábamos terminando ya la tarea y la joven parecía haberse calmado un poco, aparecieron ellos.
Eran dos seres pequeños, al principio pensamos que eran sombras en medio de la carretera, pero después de que sus figuras se fueron acercando comprobamos que no. Medirían un metro y poco de alto, tenían la piel rugosa y la cabeza increíblemente desproporcionada en comparación con su cuerpo. Pero lo más terrorífico fueron sus enormes ojos. Tenían una forma almendrada que ocupaba gran parte de su rostro y estaban teñidos de una oscuridad inexpugnable.
La joven y yo nos quedamos mudas de espanto y nuestra primera reacción fue dirigirnos hacia la pequeña moto que había dejado en el arcén junto al coche. Ambas nos montamos en ella. Yo la intenté arrancar pero no arrancaba, veíamos como las figuras estaban cada vez más próximas, pudimos ver como movían una pequeña hendidura que tenían en lugar de boca, aunque no parecían emitir ningún sonido.
Finalmente la motocicleta arrancó y aceleré todo lo que el vehículo dio de sí, dejando atrás a aquellos extraños seres.

La familia de Sheila se quedó paralizada en la mesa, y en la chimenea se escuchó un fuerte estallido que sobresaltó a más de uno, haciendo que saltara de la silla. La primera en romper en silencio fue la pequeña y curiosa Marta.
-¿Y qué pasó después tía? ¿Conseguiste encontrar el camino a la pensión? – Preguntó expectante.
-Valeria, que así se llamaba la joven, consiguió guiarme hacia el pueblo, que curiosamente estaba muy próximo al lugar de los hechos. – Continuó Sheila algo más distendida. – Una vez allí, me contó que había ido a llevar a un familiar a un pueblo cercano después de la cena de Nochebuena y que al volver, una luz cegadora le había hecho perder el control del vehículo, haciendo que pinchara la rueda. Cuando se había dispuesto a cambiarla, había visto sombras caminando por la carretera y sintió un pánico tan intenso que se había encerrado en el coche, hasta que al poco rato aparecí yo.
-Desde luego, esto es lo más bizarro que te escuché contar en la vida. ¡¡Hombrecillos grises en Nochebuena!!– Se rió burlón Norberto. –Bueno… Esto es un caso para Íker Jiménez en toda regla. Hermanita, yo te tomaba en serio, pero después de esto voy a comenzar a pensar lo mismo que papá. Que muchas de tus historias son invenciones.
-Sabía que no me creeríais. Hay ocasiones en las que ni yo misma me lo creo.
-Bueno, - Dijo la madre de Sheila disipando la tensión del ambiente. – Después de la disparatada historia de Sheila, ¿Quién va a querer comer cordero?
Un aluvión de manos se levantó a la vez que las mujeres de la casa se disponían a recoger los platos sucios para servir la carne.
-Tía. – Sheila notó como la manita de Marta le tocaba la manga del jersey. – Yo te creo.
-Con que me creas tú, es suficiente. –Le dijo Sheila a su sobrina mientras le acariciaba el pelo. – Yo tampoco creía a mi amiga Sofía, hasta me reí de ella. Y esa misma noche ¡zas!, tuve un encuentro en toda regla. El mundo está lleno de cosas increíbles.
La cena prosiguió con las carnes y los postres. Los miembros de la familia reían y se divertían sin acordarse si quiera de aquella historia. Sólo la pequeña Marta, exaltada por la aventura navideña de su tía, dejaba volar su imaginación más allá de las estrellas.

viernes, 14 de diciembre de 2012

El secreto de la señora


Ella estaba de espaldas recostada sobre un gran sillón de cuero, sólo se veía su blanca mano sujetando una copa de vino de Jerez. El brillo del líquido creaba pinceladas resplandecientes en el aire produciendo un efecto hipnótico.
Me acerqué temblorosa, pues por todos era conocida la ira de la joven ama.
- Has faltado dos días seguidos a tu trabajo.
- Señora yo…
-Desnúdate
-¿Qué? – Pregunté paralizada por la turbación.
-He dicho que te quites la ropa Fabiana.
La joven ama se volvió posando la copa con brusquedad sobre la mesa, se levantó, se dirigió a mí y comenzó a desnudarme. Noté el rubor en mi rostro mientras la señorita me desabrochaba el vestido, bajaba mis medias y comenzaba a palparme las piernas.
Sentí la humedad resbalando por mis mejillas, la vergüenza era de un dolor insoportable.
-Fabiana… – Sólo fui capaz de responderla con sollozos, mientras sentía como sus dedos se hundían en mis muslos amoratados.
Intenté reprimir mi llanto pero un aullido abrumador salió de mi garganta. Las lágrimas lo distorsionaron todo.
Sólo recuerdo su aliento a vino invadiendo mi boca y el sonido de un disparo lejano.