domingo, 3 de julio de 2011

Enamorada

La nocturnidad se ciñó sobre nuestros rostros esperando una respuesta vacía. No quería más que ver tu radiante sonrisa despertar en la oscuridad, una oscuridad iluminada por el brillo de tus palabras. La magia de un mundo tangible en los sueños y sensible en el alma.
Te entregaría todo y aun así mi satisfacción no sería plena.
El amor es tan egoísta, pero para quién no cree, este puede reconfigurarse de una manera casi demencial rompiendo toda convicción.
¿Qué es mejor que ver tu alegría palpitante y eufórica?
Asesinaré a la mismísima Venus por alcanzar la plenitud de tu alma, y el amor estallará más vivo que nunca.  Mataré a Cupido y te regalaré su cabeza en una bandeja de plata, y tus ojos brillantes romperán la barrera del tiempo.
Y este por fin se detendrá y el sabor de un beso sellará nuestro paladar en un canto de amor eterno.